miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿VIAJES EN EL TIEMPO? HALLAN UN RELOJ SUIZO EN UNA TUMBA MING

 

Al mejor estilo de la serie “La reliquia del futuro”, un moderno reloj suizo sorprendió a los arqueólogos de una excavación en China.
 
Si existen momentos en los que la realidad supera a la ficción, este bien podría ser el mejor de los casos. Si acaso existiera una prueba consistente de consumados viajes en el tiempo, el hallazgo es el indicado. Lo cierto es que, fraude, verdad o accidente, el reloj suizo encontrado en las excavaciones de una tumba perteneciente a la antigua dinastía Ming, parece materializarse como un capitulo más de la mini serie de ciencia ficción “La reliquia del futuro”.
 
“Cuando tratamos de quitar la tierra alrededor del ataúd, de repente un trozo de roca cayó y al chocar con el suelo hizo un sonido metálico” dijo uno de los investigadores del Museo de Guangxi, según el Asturian Times.
 
Aunque el reloj pulsera encontrado no parece funcional debido a su pequeño tamaño, las escalas se conservan en forma perfectamente proporcional a un ejemplar corriente. Incluso el sello de “Swiss” aparece fielmente grabado en el revés de su enmohecida cara.
 
El desconcierto del grupo de arqueólogos fue máximo cuando descubrieron que la pequeña reliquia de cuarzo, estimada en unos cien años de antigüedad, yacía en una tumba cerrada herméticamente hace unos cuatrocientos años.
 
“Los relojes no existían durante la dinastía Ming y Suiza como país ni siquiera existía entonces”, explicaba uno de los especialistas que trabajaba en una cueva de Shangsi, donde fue hallado el artefacto.
 
Aunque el hallazgo se enmarcaría dentro de los llamados oopart (objetos presuntamente modernos hallados en edades remotas), se presenta de una manera radicalmente distinta. Mientras que los oopart convencionales parecen artefactos tecnológicos desarrollados por razas antiguas, el reloj suizo lleva a los aventureros a suponer un contacto entre un viajante del tiempo del siglo pasado con pobladores de la antigua dinastía Ming.
 
La ausencia de hipótesis menos descabelladas nos lleva a imaginar a un viajero contemporáneo depositando una “ofrenda” junto al sarcófago de un ming por quien hubiera tomado afecto durante su estadía en el pasado, o bien arrojando su recuerdo del futuro al barro cuando este dejó de funcionar a las 10:06, hora exacta que sus manecillas indican aún cuatro siglos más tarde.
 

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