
Tras el hallazgo de El Campello, el Institut d'Ecologia Litoral ha investigado los restos hallados. Tras el análisis, informan que podría tratarse del esqueleto de un tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), una especie que puede alcanzar los 10 metros de envergadura. Su estado de descomposición era tan avanzado que sólo quedaba la columna vertebral y grasa adherida.
Las mismas fuentes señalaron que lo más difícil «ha sido resolver qué eran esa especie de cuernos, que daban pie a todo tipo de imaginaciones mitológicas. En realidad no eran los cuernos, sino de una especie de esqueleto interno formado por la escápula (similar a nuestra clavícula) y el coracoides, que en estos animales está fusionado, teniendo un aspecto de cuerno, y cuya función es servir de sujeción a los músculos que moverían las enormes aletas pectorales de estos tiburones. Así lo que se ha encontrado corresponde con la columna vertebral-sin el cráneo-, con los restos de la escápula -los cuernos-, cuya orientación es hacia abajo».
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