Durante el apogeo de los Bo, llegaron a ser decenas de
miles los ataúdes que colgaban en los precipicios y cuevas de sus dominios.
Hoy, apenas quedan unos cuantos centenares, y es casi todo lo que nos ha
llegado de este pueblo milenario que desapareció de lo que hoy en día es China
durante el siglo XVI. En total, se conservan unos 300, repartidos por una
veintena de lugares de la actual provincia china de Sichuan. La mayoría de
ellos se encuentra en los alrededores de Gongxian..Los ataúdes más antiguos de
Gongxian datan de hace 1.000 años y los más recientes de hace sólo unos 400.Los
féretros se encuentran a alturas que van desde los 10 metros, los más bajos,
hasta los 130, los situados a mayor altura. Podían llegar a medir unos 2 metros
de largo y pesar más de 200 kilos. La mayoría de ellos se construía a partir de
un único tronco. El exterior, a veces, estaba trabajado y en el interior se
tallaba la cavidad para el cuerpo del difunto. A partir del 1573, no se vuelve
a tener más noticia de los Bo como pueblo. Simplemente, parecen desaparecer de
la faz de la tierra y, con ellos, su cultura, de la que muy poco ha llegado
hasta nuestros días. Los Bo dejaron numerosas pinturas murales en las paredes
de sus precipicios en las que se muestra a personas bailando, montando a
caballo o realizando acrobacias, así como escenas de su vida diaria y sus
batallas. Sin embargo, no nos dejaron ningún escrito o documento. Así que se
conoce muy poco de sus costumbres o de su historia. Lo que hace imposible
asegurar cuáles fueron los auténticos motivos que llevaron a esta etnia a
elegir su particular práctica funeraria.
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